Monday, June 14, 2010

Cosas del fútbol


Yo, que creía saber poco de fútbol, me descubro capaz de sostener un diálogo deportivo con Alejandro, mi hijo. Sé que necesita un buddie para gritar sin censura cada vez que su equipo favorito del día mete un gol o impone una férrea defensa y un ataque inteligente. No soy ese partner ideal; sin embargo, disfruto auténticamente de esta pasión que, aunque en este momento y espacio de nuestra vida –como bien lo dice Edmundo Paz Soldán en sus crónicas de El Boomeran(g)- no podría llamar “de multitudes”, define también nuestra identidad y nos recuerda de qué amores estamos hechos.

Por supuesto, este diálogo peor-es-nada también acarrea peleas. Alejandro preguntó cuál equipo prefería yo que ganara, si Inglaterra o Estados Unidos. Tengo dos posturas, le dije, y me cortó de inmediato: “en el fútbol no se puede tener dos posturas, mami”. Intenté explicarme: Sé que Inglaterra es un toro legendario y el talento siempre vence, o tendría que; pero también confío en el trabajo, estamos aquí, vas a la escuela acá… Y la selección gringa ha demostrado que sudando con disciplina puede uno… ¿Qué, qué…? ¡Transformarse!

Eso es bullshit!, protestó Alejandro, que contra su voluntad metió una palabra en inglés. El fútbol no es gringo y nunca lo será, sentenció.

¿Pero te has fijado quiénes componen su selección? Hérculez Gómez juega en el Pachuca; Bocanegra y el Gringo Torres son de ascendencia mexicana y creo que también hay un colombiano. Un día vos también podrías jugar ahí…

¡¿Yo?! ¡Ni loco!

Alejandro -saqué yo mi discursito pseudoacadémico (qué bárbara, y para hablar de fútbol!!!)-, la globalización también llegó al fútbol, muchos de los jugadores que representan a un país no nacieron ni se criaron ahí, los equipos ya no son símbolos absolutos del nacionalismo, y eso es bueno, es un modo de franquear el racismo, la xenofobia…

¿Ah sí?

Sí…

¿Y el cabezazo de Zidane? A ver, ¿y el cabezazo de Zidane?


Mire, señora, dijo Alejandro, que habla como galán de telenovela mexicana cuando intenta respetarme a pesar de la rabia, no sea ciega e injusta, ni siquiera en los videogames uno se vende tan barato, y mejor sigamos mirando y que hablen los goles, como debe ser.

Y sí, estamos de acuerdo, como en la literatura, el fútbol tiene razones que sólo el corazón comprende.

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