Sunday, October 11, 2009

¿Literatura femenina?


¿Es la mujer una ficción?, preguntó Claudia. Supe que acabábamos de entrar en terrenos pantanosos, y más allá de que esta metáfora sea un clisé total, la idea que tengo de alguien, una escritora, zambulléndose en el pantano, no es nada charmosa: lodo, moho, algas, bichos impensables y todo tipo de excreciones y resinas de batracios pegándose a la piel, aplastando tu glamoroso pelo, succionándote hacia un fondo desconocido donde quizás, oh milagro, también haya flores… Flores carnívoras.

Sí, la mujer es una ficción, como todo lo que se recrea o narra en un cuento, en una novela, en un poema (sí, era necesario que Emma lo enfatizara: la poesía también es ficción). Una premisa tan simple, sin embargo, presenta problemas porque arrastra una batería de preguntas más quisquillosas aun, a las que les hemos venido haciendo ascos como a un test de VIH: ¿está marcada alguna literatura por una voz de mujer? ¿Existe eso? ¿Es necesario que exista una voz declarada, explícitamente, como “femenina”? ¿Y para qué sirve? ¿Qué demonios aporta a la maquinaria de la ficción, a la evolución del demiurgo? ¿No es acaso esa preocupación una impostura académica?, ¿algo extraliterario que distrae al verdadero escritor? ¿No basta, por favor, por favor, con concentrarnos en la infalible dicotomía “buena” y “mala” literatura?

“Puntos cardinales”, el Café Literario que organizó el Centro Cultural Franco Alemán, fue el súper cute escenario de esta conversación animada por la crítica boliviana Claudia Bowles. Participábamos Emma Villazón, Maximiliano Barrientos, Saúl Montaño y yo. Hubo buen vino, gente interesante, velas y la imprescindible ansiedad oprimiendo el estómago porque estás a punto de traducir(te) un oficio que la mayor parte del tiempo es solitario, privado y hasta masturbatorio.

Como se dice en la jerga proselitista: el coloquio se “empantanó” en la pregunta sobre literatura femenina porque, como tan honestamente lo expresaron Barrientos y Montaño, no se habían detenido a pensar en el asunto, no les interesaba demasiado, y, por último, lo único que importaba era la buena o mala literatura, consolidar la primera, vomitar la segunda.

El problema es que a Emma y a mí nos interesa. ¿Cómo hacer, entonces, para dialogar desde dos frecuencias distintas? Expusimos, entonces, en un ejercicio de metahermenéutica, porqué nos interesa intentar una aproximación a ese tema, porqué, aunque las respuestas sean tan escurridizas, es preciso seguir conversando sobre el asunto. La literatura, laboratorio por excelencia de ecuaciones existenciales, no puede rehuir de sus propios issues, esos que también constituyen una ética, una sustancia, y que afectan una propuesta estética. Así como en algunas narrativas la música es un correlato esencial, y en otras, el relato político es el gran motor, considero que los imaginarios femeninos, la educación sentimental de las mujeres, incluso su genitalidad, pueden constituir la columna vertebral de obras arriesgadísimas y rompedoras con las que los escritores varones pueden dialogar para extremar sus propias búsquedas.

Más tarde, en mi cama, pensé en todo lo que pierdo al insistir en el tópico. A punto de rendirme bajo el peso de Morfeo, de su respiración narcótica, me di cuenta de lo poco que me importa perder coolness.

Si lo que estorba es una cierta tendencia a volver a los determinismos tipo los negros escriben sobre la negritud, las mujeres sobre sí mismas, ¿los varones? Sobre el individuo y el estado?, quizás valga la pena aclarar que negar con el silencio o las muecas de asco las posibilidades de esta zona (y sus registros, voces) de creación es una actitud todavía más determinista: si no lo digo, no existe. ¿Supondrá que verbalizarlos en un discurso es reconocerlos? ¿O que lo hace a uno un escritor menos “serio”, una escritora no tan “superada”? Si es así, entonces, ¿será tan fácil poner en la agenda de las preocupaciones literarias el tema de la escritura femenina?

No hubo tiempo de conversar, además, de cómo los circuitos de la difusión literaria se tornan arterias obstruidas cuando se trata de visibilizar literatura femenina que se postula como tal. Como sea, lo más bonito de la noche fue el momento de las lecturas de nuestros textos, porque, eso sí, finalmente es en la materia de la escritura donde apostamos todo sin garantías.

5 comments:

  1. no comments? me indigna... pareciera que estamos hablando de un tema tabú. ¿Porqué es tan genial hablar de sexo en la literatura, pero no de una literatura femenina, o de mujeres? ¿Porqué se incomoda la gente, los escritores?

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  2. Realmente tampoco me he preguntado sobre literatura femenina o masculina, sino sobre buena o mala literatura que pienso realmente debería ser la cuestionante. En un plano muy, demasiado, excesivamente personal, no leo un libro porque sea hombre o mujer, los leo por igual, si escogiera sería una especie de discriminación literaria, mi tendencia va más por analizar corrientes o épocas.

    No me considero feminista ni machista, simplemente un lector, incluso podría hablar de buenos y malos libros, lo demás no lo he pensado a profundidad, la pregunta pareciera ser ¿es tan relevante que sea mujer u hombre el que escribe?, ¿no importa más el resultado?

    Un saludo enorme

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  3. Mar,

    Y además se tiende a compactar el speech con el texto literario, de modo que incluso algunas escritoras también se irritan, pues hablar sobre el tema afecta la aproximación a sus obras (o quizás hablarlo no les interesa sinceramente, más allá de que sus textos estén "marcados" o no), y ya sabemos que el camino es largo...

    Querido Asesino_de_leyendas,

    En mi humilde opinión, uno obtiene las respuestas que formatea con su pregunta.

    Cada lector aborda un texto con ciertas expectativas o desde un sitio x, pero ¿qué pasa si, de todas formas, el texto rebasa, bifurca esos límites, y entonces, aun sin esperarlo, te topás con una voz narrativa que quiere plantearse como femenina bajo una firma femenina, incluso si el lector la desoye? Todos los solipsismos son válidos, me parece.

    Un abrazo!

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  4. Claro, perder "coolness"...últimamente todo se trata de un discruso arreglado para no perder esa característica o para hacer "creer" que se la tiene. En fin.

    Lo peor y más probable, es que incluso en el coloquio y en páginas como el Facebook y blogs, en los que se ha vuelto a exponer el tema, en los que Emma, vos y hasta yo, hemos PERDIDO el miedo a PERDER coolness...ahí también se va a volver a ignorar el tema y "ellos" (lamentablemente son ellos, para comfirmar el cliché) dice que no existe tal y proponen una literatura humana universal y TEMAS "correctos", etc...

    En fin. Cansa nomás.

    Besos, besos, besos...adoro tu encantador sentido del humor y tu inteligencia finísima y todo ese "coolness" que sale de ti cada vez que apareces :)

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  5. Pao querida,

    Hacemos lo que podemos :) Anyway, tiene su encanto eso de ser proscripta, no? Lo único que me entristece es que algunos expongan sus puntos de vista asumiendo tonitos "picarescos", disimulando con el chiste burdo la falta de inteligencia. Pero eso es lo de menos, no es brisa suficiente para romper la flecha.

    Un besote.

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