Friday, March 5, 2010

Ser o no ser



Cohen dice que los hechos puros –la vida, digamos- no tienen sentido. Es el relato, la organización que provee el trabajo de la narración lo que le otorga sentido a eso que pasa. Estadísticamente hablando, ¿cuánto de aquello que sucede durante el día, los actos mínimos, la rutina invisible, contiene la absoluta inmanencia? Cepillarse los dientes, dormir una hora más, quemar el arroz, pensar en nada… Cohen también dice que, en el caso de la ficción, la edición de una historia involucra aquello que permanece en potencia, lo que no se cuenta, el relato que no se desarrolló, el destino que no se eligió. Esas otras historias “suspendidas” son los residuos del azar.

De modo que los escritores, digo yo, estamos plagados de karmas. Los karmas de esos destinos que escupimos antes de realizar. Los personajes abortados, las historias que no pudimos encarar porque nos faltó el talento o la experiencia, o peor, porque nos sobró el ego y pudo más el código del “relato industrial” que la libérrima lírica, que la desolada incomprensión; todo eso genera también un peso.

Hoy estoy heavy. Ejercito la auto condescendencia pensando que estos son los años del “afuera”; los años en que uno escribe para un destinatario exterior, y a eso se debe la vulnerabilidad. Ya vendrán los años en que la escritura podrá darse el lujo de ser hermética, y hasta soberbia. Escribo, mientras tanto, fecundando secretamente esa escritura.

Pero bueno, así como la ficción es una enfermedad (a veces crónica, como la de las telenovelas mexicanas, cuyas tramas me causan un masoquista e infinito placer: “voy a revelarte la verdad de tu origen”, “oh, por Dios, no recuerdo mi pasado”, “tu apellido lleva nuestra sangre”, “eres adoptado”, "nunca fuiste una Del Carpio"), ella misma encierra su antídoto. Vi, por ejemplo, Moon, una peli de ciencia ficción sobre astronautas clonados. Ahí también hay un problema de identidad, sólo que, a diferencia de los culebrones mexicanos, la identidad esquizoide no está en función de un otro precario, sino de la íntima correspondencia interior. ¿Cómo será comprobar, una tarde cualquiera, que tenés un clon?, ¿que este clon es más joven: vos, diez años más joven? La vida en potencia se revela, monstruosa y brillante, en esa confluencia de vos en todas tus edades.

Hay gente que podría hartarse con tu repetición. Pero a vos, esa añorada semejanza te enternece.

“Voy a revelarte la verdad”, le decís, entonces, vos, lleno de amor, a tu clon.

6 comments:

  1. Esta semana ha sido una de esas en que hasta las p... lo apedrean a uno... (perdón por el francés!), así que me ha caído tu texto para que lo sucedido tenga gracia. !Quién quita y todo sea inmanente! Saludos Gio...

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  2. Sí, sí. Hacé de cuenta que eso que te pasa no te pasa a vos, sino a tu clon, :)

    Gracias por la visita.

    Con cariño,

    La Dra. Corazón

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  3. O tal vez podría pasar algo peor y en vez de enternecernos, el encontrar a un clon diez años más joven nos provoque una envidia nada sana de que él tiene diez añazos más si quiere hacer las cosas diferentes (esto aplicaría, claro, para quienes quieren hacer ciertas cosas de manera diferente).

    No sé si es mi caso, yo también he estado medio heavy últimamente, así que no quiero pensar en esas cosas porque podría desesperarme un poco.

    Un abrazo

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  4. Sería un juego macabro, claro. Pero superada la envidia inicial y siempre que este doppelganger no sea un rebelde incurable, uno podría experimentar, en el laboratorio mismo de la vida, a ver cómo hubieran salido las cosas de haber elegido a X y no a Z...

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  5. Yo creo que la ficción tiene su propias coordenadas, quien dispara las palabras a veces se encuentra con una galeria de fantasmas que son materia prima de sus narraciones o tal vez le da la espalda a su ego y vive en mundos paralelos. Mis clones a veces germinan, otros dias se secan en el sol de la página en blanco. Me gusta la idea del clon, aunque por el momento solo puedo parirme a mi misma.

    Me encantó tu blog Saludos

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  6. Hola, Lu!

    Sí, gestarse a una misma es todo un dolor. De ahí también que la idea de un clon sea tan desconcertante, pues su nacimiento no está emparentado con esa experiencia de pureza, la del dolor, y esto lo vuelve... inmoral? Por eso también me fascina la idea... Es liberadora :)

    Un abrazote!

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