Saturday, August 7, 2010

Sobre llovido, mojado



Hace un par de días, el viernes 6 de agosto, Bolivia celebró sus 185 años de vida republicana, de los cuales más o menos 121 los ha vivido en la absoluta mediterraneidad. Estoy consciente de que esto no es un issue tan emocional para las generaciones nacidas con el neoliberalismo, quizás porque, entre otras cosas, sus cuadernos escolares no incluían en la contratapa, bajo el escudo nacional, este tipo de leyendas: “El mar nos pertenece por derecho; recuperarlo es un deber”. En ese sentido, crecieron más libres, menos enojadas. El efecto del "miembro fantasma" que sigue a una mutilación ya ni siquiera es una herida, apenas una anécdota que se soluciona con un certamen de belleza en el que, por supuesto, no puede faltar la Miss Litoral, siempre vestida de azul.

Yo recuerdo, por mi parte, las fantasías compartidas de la infancia, los juegos en los que Alexandra, mi mejor amiga, y yo planeábamos vacaciones imaginarias en la playa, naufragios épicos, bronceados imposibles y castillos de arena que formábamos con el material de albañilería de las casas de nuestros abuelos siempre a medio construir. Nuestra playa, la arrebatada, quizás no fuera tan vacacionable, pero eso nunca lo sabríamos; nos daba rabia estar encerradas como abejas dentro de una botella. ¿Cómo nos “habían quitado” el mar? Mi imaginación de nueve años alcanzaba para visualizar legiones de enemigos acarreando baldes repletos de agua salada, trasladando toda esa agua, nuestra agua, a otro lugar. Un lugar para siempre inalcanzable.

Probablemente por esto convencí a mi gente de que pasáramos el sábado en la playa de Saint Augustine, una de las más hermosas de Estados Unidos. Gerardo, mi amigo filósofo, llamó por la mañana con un pronóstico peligroso: tormenta tropical durante la tarde y quizás parte de la noche. Es mentira, dije, las profecías sobre el clima siempre mienten. De modo que emprendimos el viaje de casi tres horas hacia la añorada playa. Éramos diez viajeros emocionados, dispuestos a mostrarnos nuestros cuerpos imperfectos en los floridianos trajes de baño, a beber cerveza mexicana y correr como cachorros en pos del frisbee o la pelota.

En efecto, nos esperaba un cielo enfurruñado que pronto se desató en una espectacular tormenta con “rayos y centellas”, algo inolvidable. No bajamos hasta la costa para no llorar de impotencia; en cambio nos quedamos bajo un techo colonial de ese pueblo con gesto españolísimo comiendo sándwiches caseros (las cervezas aguardaban pudorosas en las cajuelas de los vehículos). Cuando la lluvia se sosegó ya todo estaba perdido, de modo que optamos por caminar bajo un goteo suave ─un “espantapendejitos”, como bien dijo Herlinda, la más divertida de mis amigas─ por las calles históricas e inevitablemente kistches. Había algo de melancólico en nuestro paseo, “de procesión o Viernes Santo”, dijo Gerardo, pese a la cantidad de turistas llovidos que se aglomeraban en las tiendas de chocolates, de café, de ropa, de buena suerte, de mala suerte, de objetos sadomasoquistas y pendientes de vidrio pintado. Pero era bueno estar tristes en grupo, con nuestros secretos trajes de baño bajo los shorts, emulando el heroísmo de Supermán. Porque desilusionarse entre buenos amigos desarrolla un tipo distinto de intimidad, una experiencia que es necesario vivir.

Por último vimos una película sobre el asesinato de Jesse James, mientras Hawk cocinaba un maravilloso espagueti híbrido. Me sentía algo culpable, por mi insistencia, por haber desoído el susurro de la filosofía en relación a las leyes de la naturaleza, pero nadie dijo nada sobre haber perdido el tiempo, el dinero, el sábado completo.

Yo todavía creo que deberíamos volver a intentarlo. Aprovechar los pocos días que nos quedan antes de la arremetida académica y las pilas amenazantes de libros y llenarnos los dedos de arena, enfrentarnos con el pecho y las caderas a las olas bárbaras de Saint Augustine.


(El castillo lo hicimos Alejandro, Irene y yo. Lo consideramos una fortaleza).

5 comments:

  1. Lo ironico (y mas vas a matar) es que al proximo dia, el domingo, una amiga de St.Agu llama y dice que salio el sol que raja las piedras, y que hay gente en la playa, y que todo esta "buenisimo", en fin, un dia perfecto playero. Perdimos el "mar" por contratiempo, aunque los desencuentros son siempre amorosos...
    abrazo,

    G

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  2. Ahora comprendo por qué uno de los temas que apasiona a los norteamericanos es el clima. Para hablar del determinismo o el azar basta con disfrutar de una tormenta tropical.

    Abrazos.

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  3. Gio Salió mi primera novelita, mi primera wawa que espero tenga otro hermanito en el futuro. Tus palabras en el reverso del texto magistrales, las leo y las releo y cada vez encuentro algo nuevo en que pensar. Youtube, nomadismo, nostalgia, desencanto precoz, jergas mezcladas de tooos laos, en fin sin fin. Sigo escribiendo a full en el gato que ladra, mi blog. A ver cuando vienes a Bolivia, esperaba encontrate en la feria del libro de bajo Seg.Un abrazo bien cariñoso
    Dani

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  4. Qué bueno, Dani!

    Me hubiera encantado estar en la feria; ojalá el próximo año pueda estar yo también con algún librito nuevo, quién sabe...

    Suerte y felicidades. Tu novela es emocionante, divertida y un poquito triste; en suma, bolivianísima.

    Abrazos.

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