Sunday, July 19, 2009

Inquietud



Hace un par de meses conocí Madrid, o una pizca de Madrid, para ser más justa. Y, aunque soy partidaria de gastar mucho tiempo en sitios no emblemáticos a nivel turístico, tiendas chinas, cafeterías Kitsch, calles de baja ralea, este viaje no pudo desmarcarse de las zonas (con)sagradas. De modo que pasé muchas tardes en la librería del Reina Sofía debatiéndome entre la gula literaria y esa especie de asma poética que produce la visión de tantos, tantos, tantos magníficos libros. Cuando por fin pude respirar, borracha de ficción, tuve el buen tino de escuchar algunas recomendaciones de Tryno Maldonado.

Fue así como me compré un libro perfecto: Inquietud, de la australiana Julia Leig, nacida, como Haslett, en el 70. La historia consiste en un montaje -minimalista a nivel de prosa, pero barroco en la puesta en escena- de personajes que regresan a la infancia. El espacio: un castillo; el drama: una mujer a la que se le ha muerto una niña y ella no se atreve, no puede enterrar el cadáver, el pequeño fardo apesta; la hybris: el lago tormentoso que es el espíritu femenino.

La crítica ha catalogado esta novela como una expresión del nuevo gótico, y esa primera apreciación me fascina. Como en la ciencia ficción, el gótico permite criticar las leyes actuales del mundo, de la vida real, sin abandonar el arte. Y si está escrito por mujeres, el gótico ilumina, además, esa zona oscura y profunda como un útero que es la relación de la madre y el hijo, o la madre y la hija.

Nicole Kidman y Julia Leigh son, por ahora, mis australianas preferidas. Debe ser porque ambas sucumben en esa tentación densísima que es el relato del "más allá", para decirlo con las palabras esotéricas de mi abuela -gran lectora de la revista de ufología, "Duda".

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