Tuesday, July 21, 2009

Rapiña


Era un miércoles, mi día favorito, cuando recibí un precioso mensaje de la escritora puertorriqueña Yolanda Arroyo. Como no puedo con mi manía de cifrar la vida en códigos literarios, en señales cuyos significantes son tan arbitrarios como sus implicaciones, marqué esa carta como un pacto espiritual, una hermandad artística vigorosa. No recuerdo si le dije a Yolanda cuánto me impactó su cuento "Rapiña", que figura en la antología El futuro no es nuestro. Yo, que amo a las criaturas de la noche, acepté de inmediato al búho que hace de fallido ángel guardián en aquella escena de la violación de una niña. Ese búho ya forma parte de mi fauna familiar y ha interpretado otros dramas (aventuras menos terribles, por supuesto) en los cuentos que me invento para Irene, con una actitud "rapiña", pues no censuro mi deseo de cazar la carne creativa de otras ficciones.

No le dije eso a Yolanda debido a ese vértigo soso que genera el stress laboral y al arraigo venenoso del hábito de responder rápidamente, con cortesía más que con afecto, los correos electrónicos.

Pero, thanks to God, el escritor boliviano Wilmer Urrelo, quien figura en la versión digital de la antología, ha reseñado brevemente el libro y ha prestado especial atención a la sensibilidad de Arroyo. Acá va el texto.

El futuro no es nuestro

Por: Wilmer Urrelo

Nada comparable al futuro. Lo decían nuestros padres y seguro insistiremos con lo mismo a nuestra descendencia: «el futuro es tuyo». Claro que a ellos se les olvidó y a nosotros seguramente también se nos pasará por alto decir que el futuro está cada vez más oscuro y patético. Así mejor yo paso. Vaya destino el nuestro. Sin embargo, y pese a esta actitud de un Nostradamus algo colérico, hace poco salió en su edición de papel y en nuestro país la antología de cuentos de la nueva narrativa latinoamericana a cargo del peruano Diego Trelles Paz titulada El futuro no es nuestro (La Hoguera, 2009). ¿Una antología como cualquier otra? No sé, sin embargo a mí personalmente me gustó mucho la variedad de voces presentes en el libro. Y no sólo hablo de las nacionalidades (que me tienen sin cuidado) sino que la mayor parte de los trabajos presentes ahí son buenos, muy pocos los olvidables y un buen número excelentes. Ya sé que ustedes dirán que eso no es una novedad, que eso habitualmente pasa con este tipo de trabajos. Sí, es cierto. Pero hay algo más que me llamó la atención de El futuro no es nuestro y que, me parece, fue un tema que se trató el día de la presentación del mismo en la pasada Feria Internacional del Libro de Santa Cruz: las mujeres presentes ahí son las que mejor escriben. Y no lo digo como una ligereza o como una onda que tenga que ver con la equidad de género. Es realmente así. Y a las pruebas me remito. El mejor cuento de la antología, desde mi perspectiva, se titula «Rapiña» y fue escrito por Yolanda Arroyo Pizarro, de Puerto Rico (alivio: ese país no sólo es el menso de Riky Martin) y luego de ella vienen unas tres o cuatro en la lista de destacables. Y si vemos con cuidado la mayor parte de los cuentos de las chicas (no les diré «doñas» por motivos de estricta sobrevivencia sentimental) nos percataremos que un tema es el recurrente (y bellamente tratado): la violencia. Ya con esto se termina de dejar atrás la imagen de la escritora tierna, de buenos sentimientos o lo que es peor (y que fue la peste literaria por muchos años) aquella cuya protagonista de sus ficciones hablaba con la abuela muerta hace años y la cual le daba consejos para afrontar la vida y que aparecía, indefectiblemente, volando por su habitación. Nones. Nada de eso. Chau Isabel Allende nos vemos en el infierno. Acá la violencia se llevó por delante a la vieja realista-mágica. El cuento de Yolanda así lo atestigua (sino díganme qué onda con el búho que aparece ahí mientras ocurre una violación) o bien con la chica a la que depilan en «Hojas de afeitar» de la chilena Lina Meruane. Sí, la propiedad del futuro no existe. Preocuparse por esas vainas es una pérdida de tiempo. Las ocho escritoras presentes en esta antología lo entendieron bien y aunque son minoría frente a los hombres (traducción feminista: pinches viejos) son sin duda lo más rescatable de este libro. Aunque no importa si el futuro tiene dueño o dueña. En literatura importa otra cosa: la calidad de lo que se escribe. O bien como diría un abogado chuquisaqueño: papelito canta. Y el papelito lo tienen ellas.

2 comments:

  1. Debo reconocer que dada mi incipiente cultura literaria leí dos libros a la vez: Conductas erráticas y El futuro no es nuestro, obviamente no tienen comparación porque uno trata sobre la no-ficción y otro es netamente cuento.

    El primero me gustó sobremanera ya que es parte de la vivencia diaria que se maneja en los blog (a diferencia de los libros). El futuro no es nuestro es muy sobrio, muy formal, muy para gente "bien", sin embargo existen cuentos que me dijeron "en serio brother, esto es de otro mundo", están: "sin luz artificial" de María del Carme Pérez, "La indiferencia de una sociedad moderna" de Daniel Alarcón (el mejor cuento del libro en lo personal), "Sun Woo" de Oliveiro Coelho, "Camas gemelas" de Giovanna Rivero (más allá que sea tu blog, que nada tiene que ver), "Pseudoefedrina" de Antonio ortuño.

    ¿Soy injusto con los demás?, puede que si y qué. Al final de eso se trata una antología, ¿o no?.

    Saludos

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  2. Hola, Asesino de leyendas,

    Creo, humildemente, que no sos injusto. El lector tiene la absoluta libertad y necesidad de identificarse con algunos universos y no con otros. Es cuestión de identificación.

    Mirá, la editorial Eterna Cadencia, sello bajo el cual inicialmente se publicó El futuro en Latinoamérica, "saluda con alegría" la edición boliviana. Amorosos, no?


    http://blog.eternacadencia.com.ar/?p=3070

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