Saturday, August 15, 2009

Sábado


Los fines de semana me dan pánico. Esa suspensión del cotidiano cuando las redes de amigos y familia muestran su consistencia o su ausencia, su fragilidad, y tu condición de sujeto, tu unidad existencial, se superdimensiona, como si acabaras de entrar al castillo del terror lleno de espejos deformantes.

Comprendo a Vila-Matas en esa especie de obsesión por los hijos sin hijos. Los hijos que insisten y persisten en la cómoda jerarquía del “protegido”, el que todavía come de la olla grande, el que succiona la sangre patrilineal para vivir su vida de eterno adolescente, el que reniega del tácito compromiso genético con una raza que promete pocas cosas. Lo comprendo, digo, pues es durante los fines de semana cuando compruebo que mi estatus de hija tambalea. Estoy justo en ese pico en que el amor-odio del hijo púber y el hartazgo generacional de los padres maduros me ubican en un desierto donde, de vez en cuando, puedo distinguir a la hija sin hijos que fui yo. Un espejismo.

Pienso en Niño, el personaje alter ego de Vila-Matas. Niño tiene sesenta años y necesita dinero. El padre, de ochenta y cinco, debe conseguirlo. ¿Paródico? No; real, humano, quizás involutivo, pero de todas maneras conmovedor. “Crece, Niño”, suplica el octogenario, inútilmente. Puedo apostar que Vila-Matas duerme en posición fetal. Yo duermo con los brazos sobre la cabeza y la pierna derecha flexionada. Quizás fui bailarina en mi anterior vida. Otro espejismo.

De acuerdo, hay algo patético en este post. Pero no puedo evitar pensar, cuando veo un adulto algo depresivo, perdiendo pelo o engordando de las caderas, que hubo un tiempo en que uno era uno, te debías a vos mismo, las contradicciones entre tus discursos y tus acciones las juzgaban tus amigos, no esa “nueva generación” que, sin embargo, lleva las células más íntimas de tus jóvenes ovarios. Ese, esa, a quien a pesar de todo amas y a través del cual te extiendes, egoísta y generosa, por sobre/entre/a través de la infinita longitunalidad de los tiempos.

(Foto: hija con hija)

2 comments:

  1. Los fines de semana son clave en la individualidad, en el desapego al yo, son trágicos en lo personal.

    Hijos sin hijos, pero es que como hijo y padre, nunca dejamos de ser hijos, y en lo personal no quiero dejar de ser hijo, muy egoista creo.

    Un reflejo muy válido del yo interno, de saberse tal y como somos. Un ser depresivo, naturaleza innata de los que elegimos la soledad, elegimos, hay alternativas, pero elegimos.

    Saludos

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  2. Sí, quizás deberíamos rezar este salmo de Julio Barriga:

    "Dios mío, ayúdame a que el asco/ no sobrepase mi amor por la vida/ ésta es la soledad que buscaba/ ésta es la soledad que merezco/ especialista en decirlo todo/ en menos de 30 segundos..."

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