Saturday, December 18, 2010

Mis beatniks


“¿Qué música les gusta a tus padres?”, me pregunta Alexander mientras nos esforzamos por mantenernos “hyper” con la conversación y el café ya helado para no estrellarnos contra uno de esos enormes trailers que atraviesan como lagartos letales las carreteras de esta parte de la Florida. Viajamos hacia Miami para recoger a mis amados progenitores y el GPS da órdenes implacables que yo obedezco con absoluto regocijo. Alexander se hace una idea sentimental de las personas a través de sus gustos musicales. Alexander quiere comprender a mis padres. Yo también. Estoy en la edad en que solo deseo comprender, atender, querer a mis padres. La vieja adolescencia es ya un punto fosforescente en el retrovisor.

Sin embargo, doy una desordenada respuesta amateur: “música de los sesenta, setenta, Los Beatles, Los Bee Gees, Sui Generis, Mocedades, Sandro… y claro Los Iracundos, Tina Turner, Litto Nebia, Nino Bravo, José Luis Perales, Quique Villanueva, Julio Iglesias, Aznavour, pero luego La joven guardia, Los Gatos, El puma, Paloma San Basilio, Los Bulldogs, y…”. Alex se queda en silencio hipnotizado por los ojos de gato que a su vez resplandecen en la sinuosidad de la carretera. Intenta descifrar la fauna que le he listado. “Tus papis eran unos beatniks”, concluye finalmente Alex. Yo nunca los había visto así. A uno le cuesta pensar y aceptar que la juventud de los padres pudo haber sido auténticamente más intensa que la propia, más arriesgada, más involuntariamente joven.

Un flash de infancia me “rasguña” el alma: Mamá con sus fantásticos zuecos de amarrarse en el tobillo y un abrigo de piel de segunda mano hasta la rodilla que una vez yo me atreví a usar. Papá con su barba “izquierdosa” y los pantalones de botapié ancho. Tengo cuatro años y escuchamos una canción de Miguel Gallardo –“Hoy tengo ganas de ti”─ en una grabadora Panasonic que papá era capaz de proteger con su propia vida. Cuando la grabadora envejeció, los chulupis hicieron su casa en esas misteriosas entrañas; la interferencia de sus antenitas asquerosas se fundió con esa suerte de efectos especiales que la máquina aprendió a gruñir y yo igual heredé orgullosa la Panasonic. La música de mis padres también me llega y me acuna y me identifica, y una nostalgia ajena, vergonzosa, me hace volcar la mirada hacia las coquetas melenas de las palmeras, para que Alex no me vea los ojos.

Llegamos al aeropuerto al filo de la navaja y los veo a través del cristal de International Arrivals con su persistente juventud de pareja que atraviesa rauda la vida. Mamá con un color de pelo muy bien logrado, papá con sus interesantes canas y su invencible ética. Y yo corro, corro hacia mis beatniks favoritos.

Wednesday, December 8, 2010

Lo más profundo


Lo más profundo... ¿la piel? es una antología de escritoras bolivianas emergentes que, con el auspicio y por encargo de la línea de cosméticos Yanbal, tuve el orgullo de compilar y prologar. Fue un placer aparte trabajar con una línea de cosméticos (¡como sello editorial!), pues a veces la ansiada y dulce agresión al mercado se gesta en las entrañas del propio mercado.

Estoy subiendo el link a una generosa cobertura que el suplemento cultural Fondo Negro nos ha dado en planas centrales (ver pdf) antes de que la velocidad internética lo baje del satélite.

(Imagen: ilustración de la artista boliviana Alejandra Alarcón)